
Yanet Aguilar Sosa
El Universal
Sábado 30 de enero de 2010
yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Los 45 años de trabajo del estudioso y director teatral italo Eugenio Barba, le han hecho concebir una manera especial de hacer teatro; no sólo es fundador de la mítica compañía Odin Teatret, sino que ha inventado conceptos como tercer teatro y antropología teatral. Es un creador que se define al natural: “Tengo la sensación de ser un perro errante”.
Desde el comienzo del Odin Teatret -que arrancó en una pequeña ciudad de 18 mil habitantes-, Eugenio Barba comenzó a hacer giras nacionales e internacionales, a visitar Dinamarca, Europa y América Latina. Los viajes, cursos y diálogos con otros teatros se convirtieron en la forma de vida de esa compañía de artistas permanentes que emprenden proyectos personales sin dejar el Odin.
El artista que impartió en México el Taller Teórico Práctico para Directores y Actores en Guanajuato, del 27 al 29 de enero, en la Universidad de Guanajuato, asegura que esa multiplicidad creativa es la que enriquece a la compañía.
“Es evidente que cuando un grupo ha vivido junto muchos años debe existir una dinámica que alterne la concentración con el encuentro con lo nuevo. Esa dinámica ha permitido a las mismas personas quedarse porque hay esos encuentros regulares”.
Barba asume el oficio teatral como un arte de lo errante. “Yo como italiano he perdido mi relación fuerte con mi patria, pero como conquistador he podido tener relación con personas que viven en diferentes países. Mi aldea o mi patria está constituida de personas que son muy diferentes, que hablan y tienen toda una cultura personal y nacional diferente con ellos me siento en casa, son parte de mi familia. Eso es lo que la errancia me ha permitido conquistar, lazos muy fuertes con personas que durante décadas se han mantenido vivas y han permitido iniciativas y aventuras muy bellas”.
—¿Recorrer el mundo es lo que mantiene vivo su teatro?
—El teatro es para mi suelo firme y es la relación con otras personas, como director me situó frente al actor que espera un gesto, un guiño para emprender su viaje, su aventura; es una relación que se toma muy en serio, no puede ser banal. Durante todos estos años nunca ha venido a menos, es el placer de la pasión, de ver cómo se puede llegar a esa incadescencia de relación a pesar de que cada uno vive en su mundo privado al final del espectáculo.
—¿Le ha costado mantener el amor por el teatro?
—Soy del tipo de padre que cuando nacieron mis hijos no tenía ningún sentido de amor hacia ellos, observaba a esos pequeños animalitos como algo extraño, pero después, ellos comenzaron a mostrarme mi gran defecto, así es que empecé a sentirme un poco atado a ellos. Es lo mismo con el teatro, es trabajo, es esa relación que no siempre es gratificante porque hay muchos problemas, a veces no logro llegar al punto, a la intensidad o al matiz que quiero; pero al mismo tiempo hay como una reacción de las personas que están atadas a mi manera de trabajar, para ellos soy importante.
—¿Dijo una vez que hace teatro porque está descontento con el mundo?
—No estoy descontento, soy riguroso. Quiero que si hago algo sea lo máximo de lo que se puede hacer; es como escalar el Himalaya o el Everest. En el momento en que tienes que dar algo a los espectadores debes dar lo mejor de ti, debes hacer que tus actores y todos tus colaboradores asuman esa actitud y lleguen a resultados que no habían soñado poder alcanzar. Requiere un gran esfuerzo de energía porque la naturaleza humana es la naturaleza de reservar, de defenderse del esfuerzo.
—¿El teatro puede cambiar a las sociedades o sólo a los individuos?
—Puede cambiar al individuo pero no puede cambiar a las sociedades o al mundo; yo mismo soy un ejemplo de alguien que fue cambiado profundamente a través del teatro.
—¿Cómo afronta la realidad en su teatro?
—Ante situaciones de catástrofe del mundo no puedo hacer nada. Si algo puedo es mejorar mi trabajo, hacerlo mejor significa un reto para el Odin Teatret, es pensar en cómo mantener viva una microcultura que posee la capacidad de hacer explotar las emociones y otros conocimientos de dinámica de grupo, de comunicación no verbal; es cómo mantener lazos con el pasado a través de textos que uno representa. Es toda una forma de sabiduría que puede ser aplicada también pero no dirigida hacia el espectáculo de lo que llamamos realidad.
Nuestros cursos y talleres no sólo son algo para aprender el oficio, sino para aprender cómo ser rebeldes hacia esa mentalidad que nos impone la inercia. Nosotros decimos: “siempre podemos cambiar algo”. Al final de cuentas la historia del Odin es la historia de un grupo de jóvenes rechazados de una escuela teatral, extranjeros, inmigrantes que se juntaron e inventaron el teatro. Cada generación de jóvenes tiene que inventar su teatro porque no hay más que reglas y caminos estrechos que te dicen esto es justo y esto no es justo.
—Usted ha inventado varios términos: el tercer teatro, la antropología teatral, ¿Qué ha aportado con ellos?
—Es uno de los primeros esfuerzos durante los cursos, cómo no utilizar la terminología inerte que nos viene, sino cómo encontrar nuestro propio vocabulario que pertenece a nuestras experiencias del momento y también de las biografías de cada participante. Me he dado cuenta de cuánto se ha difundido la antropología teatral; se trata de una de las perspectivas que permiten al estudiante y al teatrero acercarse y comenzar todo un camino de apropiación de conocimientos utilizando principios marcados por la experiencia personal, sin que sean evaluaciones de otros. La antropología teatral es una línea de los cursos, porque al final el teatro es comunicación, es poner en forma algunas informaciones.
Maestro errante por México
En Guanajuato, Eugenio Barba y la actriz y pedagoga Julia Varley impartieron un taller teórico práctico a 15 actores y 15 directores y aunque recibieron las historias curriculares de todos, Barba dice que esos documentos “no te dicen nada”. El reconocido maestro y teatrero asegura que “a veces la persona que parece más calificada durante el curso es la que menos quiere arriesgar; lo fascinante es ver a gente que de pronto se da cuenta que todo el trabajo los lleva a confrontarse con lo normal y aceptable y entonces se echan a andar en ese camino de descubrimiento”.