3 de julio de 2010

Colectivo Gay / requiere espacios sin alcohol

Sábado 03 de julio de 2010

Natalia Gómez El Universal
natalia.gomez@eluniversal.com.mx

Jesús sentía estar en el lugar correcto. Ahí conocía a personas con sus mismos intereses, similares pasiones y mismos gustos. Ahí también podía ligar, ser aceptado, comprendido, platicar sin reprimendas ni máscaras, y sentía que no era señalado porque le gustaran personas de su mismo sexo.

En ese entonces, hace 16 años, Jesús acudía al Anyway, un lugar de moda en el ambiente homosexual que se convirtió, junto con otros antros, en los centros de reunión y convivencia de aquellos jóvenes que eran señalados por sus preferencias. “Había muy buen ambiente, de cómplices, pero también el alcohol como factor para interrelacionarse”, acepta Jesús de 37 años.

Grupos de activistas de la comunidad LGBT (lésbica, gay, bisexual y transgénero) en el DF y otros estados han intentado modificar esta historia, al promover espacios libres de alcohol para la convivencia de personas homosexuales. No obstante, de acuerdo con el terapeuta en adicciones Javier Creta, la homofobia y falta de difusión de ciertos proyectos y actividades, dan espacio a que los antros continúen como los principales puntos de reunión e interactividad, especialmente para los jóvenes.

Hoy las opciones de convivencia y ligue más conocidas pueden ir desde bares como el Bar Boy en la zona Rosa, La Purísima y el Marrakech en el Centro Histórico o el Envy en la zona exclusiva de Santa Fe. Sin embargo, el movimiento homosexual ha impulsado diversas actividades artísticas, educativas y deportivas al margen de los antros, a fin de generar oportunidades para la comunidad.

Impulso a los centros comunitarios:

Una de las principales propuestas es la que se encuentra en estudio desde hace más de 10 años por el Gobierno del Distrito Federal, que contemplaría la creación de centros comunitarios similares a los ubicados en ciudades como Nueva York, Madrid o Montreal.

“Son lugares donde se prestan servicios médicos, psicológicos e incluso religiosos, pero desde una perspectiva donde los profesionales entienden y respetan las preferencias sexuales. Ahí también se desarrollan actividades de entretenimiento y comunitarias, a través de las que puedes conocer a gente con intereses comunes”, dice Antonio Medina de la organización Letra S.

Medina explica que, debido a la homofobia que aun se vive en el país, los centros comunitarios podrían funcionar como espacios de protección que además garanticen la seguridad de las personas. “No sería la creación de un gueto, sino un paso transitorio para facilitar la comunicación entre la comunidad. Lo ideal sería que hoy los homosexuales pudieran asistir a lugares comunes donde asistan todas las personas en general, pero hoy esto no es tan fácil”, explica Medina. Él recuerda anécdotas de mujeres lesbianas que, por ejemplo, han sido atendidas por ginecólogos que se burlan o adoptan una actitud machista durante la consulta.

Evitar el gueto:

El sexólogo David Barrios advierte que los centros comunitarios podrían considerarse un arma de doble filo al destinar a una minoría a un sitio exclusivo y reproducir así la cultura del confinamiento. Barrios reconoce, sin embargo, que la iniciativa es positiva porque se creará un ambiente favorecedor para dar mucha más visibilidad a los derechos de la comunidad lésbico-gay.

“A lo que tenemos que llegar es a confluir en las diferencias, al respeto de la diversidad sexual. En tanto estos valores no se desarrollen y las parejas homosexuales provoquen la molestia de terceros con sus besos y expresiones de cariño en público, los jóvenes de manera especial, acudirán a antros, donde encuentren a sus similares, sin que tengan que ponerse un disfraz de emocionalidad”, dice Barrios.

El especialista señala que los varones gay de edad madura ya no acuden más a los antros de moda por diversas razones. Incluso algunos de ellos ahora son integrantes de organizaciones no gubernamentales que defienden y promueven los derechos de los homosexuales.

Mientras los centros comunitarios se conforman y son aceptados por autoridades, las opciones se diversifican pero no en el ámbito de los centros nocturnos. Para ello, los colectivos LGBT organizan conferencias, torneos de voleibol, teatro, ciclos de cine, jornadas médicas y charlas. Desafortunadamente aún no existe una difusión masiva de ello.

El alcoholismo, un problema real:

El especialista Javier Creta enfatiza que el alcoholismo no es exclusivo del ambiente gay. Recuerda que, a inicio de este año, el Instituto Nacional de Psiquiatría advirtió que el alcohol puro que se consume en México, con un promedio per cápita de cinco litros, ya se equipara al que se registra en los países desarrollados y altamente bebedores, como son Estados Unidos, y está por encima del promedio latinoamericano. En México13.4 millones de personas consumen de manera riesgosa.

Sin embargo, en el mundo homosexual la censura familiar, social y laboral que se presentan en las personas que han definido o no sus preferencias sexuales acuden al alcohol y otras drogas porque sirven como catalizador.

Un estudio llevado a cabo en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), titulado “Efectos de la violencia y la discriminación en la salud mental de bisexuales, lesbianas y homosexuales de la ciudad de México”, reveló que uno de cada cinco bisexuales y homosexuales (hombres y mujeres) presentan riesgo de tener alcoholismo.

Las cifras del análisis muestran que en los varones bisexuales y homosexuales la frecuencia del alcoholismo fue de 17 por ciento, mientras que en las mujeres bisexuales y lesbianas ascendió a 21 por ciento en un universo de 506 entrevistas.

Para establecer relaciones, los hombres recurren más que las mujeres a las drogas legales o ilícitas. “Las ingieren para desinhibirse pero también, en el caso del éxtasis, para sensibilizar su tacto ante el roce de su compañero”, dice Creta.

El especialista explica que los antros gays ya no pueden considerarse de manera directa lugares clandestinos o estruendosos como hace décadas. Hoy existen los elegantes, como el Living, donde acuden hombres y mujeres muy atractivos, pero en los que el consumo de alcohol y otras drogas se han convertido en un ritual de socialización.