6 de octubre de 2010

Miguel Ángel / celebra Viena al pintor y escultor renacentista

Miércoles, 06 de Octubre de 2010

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Viena.- Un genio que revolucionó la concepción del arte y la visión del hombre. Así presentó el Museo Albertina de Viena la mayor exposición en las dos últimas décadas sobre el pintor y escultor renacentista Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564).

Desde mañana y hasta el próximo 9 de enero, en la pinacoteca vienesa se podrán contemplar 104 dibujos del artista conocido por sus contemporáneos como El Divino, representante del artista total y aclamado ya en vida como un maestro incomparable.

En "Miguel Ángel. Dibujos de un genio", se pueden apreciar bocetos, ensayos y estudios que después aplicaría en sus grandes obras, como los frescos de la Capilla Sixtina.

"Miguel Ángel representa una nueva concepción del artista, que deja de ser artesano, y del cuerpo humano, que se convierte en símbolo de la autonomía del individuo", afirmó el director del museo, Klaus Albrecht Schröder, al presentar la exposición.

Escultor, pintor, arquitecto y poeta, Miguel Ángel es sobre todo celebrado por sus frescos del Juicio Final de la Capilla Sixtina, la cúpula del Vaticano, y las esculturas de Moisés y David, obras de un prestigio tal que han relegado a un segundo plano su trabajo como dibujante.

Sin embargo, Schröder defendió el valor y la autonomía artística de estos trabajos de Miguel Ángel, que muestran minuciosos estudios de figuras y algún retrato, marcados por finos claroscuros, que ya sus contemporáneos coleccionaron "como auténticas joyas", explicó.

"El cuerpo humano se representa con una fuerza y una expresividad que se desconocían hasta entonces", agregó el comisario de la muestra, Achin Gnann.

El descubrimiento de la anatomía humana como ideal artístico renacentista es el verdadero protagonista de la exposición, y en ella se cuenta Espalda desnuda de un hombre (1504), considerado unos de los estudios más importante de la historia del arte.

Los artistas florentinos siempre se distinguieron de las demás escuelas pictóricas italianas por el uso fundamental y constante del dibujo como antesala de sus obras finales, algo que recoge la muestra al comparar bocetos hechos con carboncillo y aguafuerte con las obras finales.

Otra de las obras maestras que se pueden admirar y que trata sobre uno de los pocos esbozos anatómicos femeninos es el Estudio para la Sibila libia (1511/12), que después plasmaría también en la Capilla Sixtina.

La exposición invita a un recorrido cronológico por la vida del artista, asociado a las obras en las que trabajó en cada periodo, desde su tiempo como aprendiz hasta su último periodo, en el que se centró en estudios sobre la crucifixión de Cristo.

Pero son sus obras realizadas por encargo de la familia de los Medici en Florencia y el Vaticano en Roma las que centran la muestra y dan idea de la grandeza que logró insuflar en sus mayores creaciones.

De Miguel Ángel, además de su talento, es legendario su mal genio y carácter, que le llevó a rechazar con acritud en un principio el encargo del papa Julio II sobre la Capilla Sixtina porque le gustaba más la escultura que la pintura.

En los cuatro años que tardó en terminar una de las cumbres del renacimiento se dejó la salud en una tarea que hizo prácticamente solo, pintando con escasa luz y en jornadas maratonianas de una exigencia física tremendas porque dependía de cuerdas para llegar a la bóveda vaticana.

El resultado aún sorprende hoy a los visitantes del Vaticano y llevó a exclamar a Goethe que "sólo tras ver la Capilla Sixtina se puede comprender de lo que es capaz el ser humano".

EFE