13 de marzo de 2013

Todo es Cultura / según Victor Velo de la Revista Contra


08 mar 2013


http://revistacontra.com/
Recuerdo que una de las cuestiones que más crearon controversia cuando estudiaba la carrera, versaba sobre el significado real de la cultura. Muchos opinaban que se trataba de un ámbito meramente artístico, otros hablaban de usos y costumbres y algunos más sugerían que la cultura englobaba a todo el ser humano. Puedo afirmar, amable lector, que no tengo una idea definitiva sobre lo que es la cultura en esta época posmoderna donde todo puede pertenecer a todo y al mismo tiempo no pertenecer a nada, pero con seguridad debo decir que he visto tergiversado este término infinidad de ocasiones por gente que no sabe realmente de lo que habla.
Pero comencemos por el principio, hablemos sobre eso que la cultura no es; y no es ese manifiesto sobrevalorado de conocimiento absurdo sobre artes, lugares y entretenimientos (así como la categoría del Maratón); no es conocer todos los sitios arqueológicos de nuestro bello país; tampoco poseer un vocabulario extensísimo de palabras rimbombantes (como esta) para usar en reuniones. La cultura va más allá, escogiendo situarse en los sitios más pintorescos, populares y comunes de nuestra vida diaria, nuestra cultura se muestra, sí, en los aspectos antes mencionados, pero los trasciende llegando hasta tomar elementos de la cotidianeidad y las costumbres naturales y adquiridas.
Vasconcelos alguna vez habló de que el norte del país era ese sitio donde “termina la civilización y comienza la cultura de la carne asada”, pero finalmente cultura, maestro, le respondería; porque acá en el norte la Carne Asada (con mayúscula al principio para que se vea el amor) es una de nuestras señas más significativas, ya que la cultura es eso: mostrar lo que somos en base a nuestros rasgos representativos, qué mejor manera de hacerlo que ese lugar de los domingos donde el norteño se sitúa a un costado de un asador a charlar sobre los temas de interés público o personal. Ese es el modo de vida de los que nos toca vivir en este lado del país, ni vergonzoso ni clisé, sino propio.
Y es que es fácil perderse en este concepto tan corrompido por los seudo-intelectuales que trabajan demeritando el conocimiento de cualquier otro llamándole inculto a costa de descontextualizar las palabras de Vasconcelos. Cada que me encuentro con alguno de estos pesados seres diciendo: “esa actividad eglógica y bárbara de reunirse alrededor de la carne asada no muestra sino su falta de comunicación con el mundo, bien lo decía mi maestro Vasconcelos (porque lo leyeron una vez), la carne asada termina con la cultura (y lo leyeron mal).” Qué ganas me dan de patearles la entrepierna.
Se nos ha delimitado la cultura al pobre emparentamiento con las artes –que lo tiene sin duda, pero ese es otro asunto- creando la falsa idea de que poseer cultura es entender a grandes niveles la música internacional, la literatura nórdica y la pintura de los orientales, siendo que una gran mayoría de veces estas personas no conocen una sola canción de José Alfredo Jiménez y ya quieren llamarse cultos. Cultura es entender primero nuestro entorno, ya luego podremos hablar de algo más.
Más de una vez he sorprendido a ciertas criaturas medianamente “cultas” quejarse ante el sonido de “Acá entre nos”, escupiendo con rabia frases tales como: “por qué te sabes esa letra”, “yo jamás había escuchado esa canción”, “en mi casa sólo escuchábamos a Pink Floyd y a Frank Sinatra”, yo les digo: no me vengan con tonterías y estupideces de ese calibre. Para mí, aquél que no conoce al menos unas diez canciones populares mexicanas, es un verdadero inculto.
Y esto me lleva a hablar sobre la llamada “cultura general” esa donde estás obligado a saber de todo un poco, desde Valentín Elizalde hasta Jack Kerouac, la meta parece imposible pero bien justifica el intento. A esto debemos sumar no sólo las cuestiones artísticas, la cultura general debe ir desde conocer las costumbres más básicas del lugar donde se desenvuelve un grupo de personas de similares comportamientos, hasta el vocabulario tan básico como trastes, reborujado, jondear, entre tantas más.
Así pues, estimado lector, preocúpese por conocer más para aumentar sus propias referencias y no por mejorar su cultura, esa ya está, la alimenta cada día, se levanta con ella y la pasea ante todos en aquella gloriosa playera del Tri o de las Chivas (¡a huevo!); la muestra en su particular sonido cuando pronuncia la Ch y suena la Sh, en las botas y el sombrero o en sus dolidas canciones vernáculas.
Para los que siguen pensando que tener cultura es ser más brillante que los demás, debo deciros que son los más equivocados para no decirles incultos. Hasta la próxima vez que se abra este telón de revistero… digital.