11 de septiembre de 2010

Teatro tras las rejas / un instrumento libertador

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Hace más de cuatro décadas, el histrión Jorge Correa soñaba con ver su nombre en las marquesinas de los grandes foros teatrales. Sin embargo, el destino tenía preparados para él otros escenarios: los de las prisiones, donde su labor, sin duda, ha sido muy bien recibida.

El pasado 31 de agosto, por su larga trayectoria como maestro de teatro de mujeres y varones en reclusión, recibió un homenaje organizado por el Instituto de Formación Profesional de la Procuraduría General de Justicia del DF (PGJDF). Ahí también recibió el nombramiento, por parte de la Unesco, como Padre del Teatro Penitenciario.

En 1975, cuando Correa era estudiante del Centro de Arte Dramático A.C. (Cadac), tenía entre sus compañeros a Juan Pablo de Tavira, con quien formó un grupo de teatro y comenzó una amistad, interrumpida cuando el también abogado De Tavira se fue a España a realizar su maestría en criminología.

A su regreso a México, una vez concluida su comisión académica, De Tavira le ofrece a Correa trabajar como bibliotecario en el Instituto de Formación Profesional de la PGJDF, donde estuvo hasta 1983, año en el que “el doctor me invitó a irme con él a su nuevo puesto de director de Reclusorios en el Distrito Federal. Así nació el teatro en las prisiones, dirigido como reforzamiento cultural y rescate del individuo”.

En 1983, Correa, De Tavira y un valiente custodio decidieron que un grupo de 16 actores, internos e internas, de los reclusorios Oriente y Tepepan viajaran en un camión de escuela para representar una obra en un teatro de Ciudad Universitaria, de la UNAM. “Íbamos sin ese ‘teatro’ de afuera, el de las torretas, las patrullas y los operativos, fue la confianza lo que lo hizo posible”, evoca el ahora padre del teatro penitenciario.

En ese grupo de reos histriones, que realizaron el montaje de la pieza teatral En carne viva, de Raúl Carrancá y Rivas, iba Gilberto Flores Alavez, el parricida que mató a sus abuelos a machetazos, caso en el que Vicente Leñero basó su libro Asesinato; además de una banda de asaltabancos conocidos como Los Sinaloa.

“Recuperar al hombre”

Durante más de un cuarto de siglo Correa ha constatado que el teatro “es el medio más eficaz de recuperar a un hombre. Comienzan jugando, luego están manejando las emociones que acostumbran contener. Muchas veces, ni los criminólogos ni los trabajadores sociales ni los psicólogos pueden sacar estas situaciones de los internos. El teatro es como una caja que amplifica y desentraña la personalidad”.

La técnica que ha perfeccionado Correa contiene les enseñanzas de grandes pensadores de la escena como Konstantin Stanislavski, Bertolt Brecht, Jerzy Grotowski, Denis Diderot, Antonin Artaud, Eugenio Barba “y algunas cosas que con el tiempo he ido descubriendo, como manejo de la energía y desarrollo humano”.

Correa dice haber trabajado desde con el que roba tortillas duras, hasta con individuos de la altura de La Barbie, “no me interesan los móviles, me interesa el hombre. Ellos son los enemigos de la sociedad y la justicia, pero al verlos en las dinámicas me cuestiono mucho, son seres humanos en desgracia, a los que el teatro va depurando. La mirada les cambia, dejan la droga, sus conflictos se vuelven creatividad escénica”.

En el mismo tenor, la doctora en derecho Ruth Villanueva Castilleja, autora del libro Teatro penitenciario, argumenta que “con la reflexión teatral se posibilita la motivación y el análisis de la problemática de la vida en prisión. El teatro penitenciario responde como una alternativa más, en el proceso educativo penitenciario”.

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En carne viva

En carne viva, obra del doctor en derecho Raúl Carrancá y Rivas, fue la pieza teatral con la que el grupo de reclusos debutó fuera de las rejas del penal. El papel protagónico lo interpretó Gilberto Flores Alavez, quien cobró popularidad por el cruento asesinato de sus abuelos, junto con él un grupo de 16 actores, todos internos e internas, de los reclusorios Oriente y Tepepan.

En el montaje estaban, también, la española Evelyn Antonsen, su juicio era por posesión de cocaína; Amanda Arciniega Cano, pareja de El Piojo Blanco, líder de la Liga 23 de Septiembre, grupo terrorista, entre otros participantes.

Los actores fueron invitados al noticiero 24 horas, encabezado por el periodista Jacobo Zabludowsky, y después al programa En vivo, conducido por Ricardo Rocha.

Alberto Solís • Milenio