16 de diciembre de 2009
Redacción / Diario de Xalapa
Xalapa, Veracruz.- Ojalá que los discursos políticos no se queden en palabras que se lleva el viento y se traduzcan en acciones concretas. El anuncio hecho por Fidel Herrera Beltrán, gobernador de Veracruz, hace unas semanas, en relación al fortalecimiento de la educación artística de niños y niñas mediante programas que desarrollarán de manera coordinada el Instituto Veracruzano de la Cultura y la Secretaría de Educación de Veracruz, podría concretarse, de asumir ambas instancias la responsabilidad que tal propósito implica.
Baste hacer referencia a las conclusiones del Congreso Iberoamericano de Educación Artística: Sentidos Transibéricos, que se desarrolló durante el mes de mayo del año 2008 en Portugal. Allí, los más de doscientos participantes de Portugal, España. Brasil, Uruguay, Chile, Mozambique, Angola, México y El Salvador formularon planteamientos que resultan de gran relevancia y que bien podrían constituir una plataforma para el desarrollo del programa de educación artística al que aspira Veracruz.
Entre otros asuntos, los especialistas participantes en dicho congreso reiteraron la trascendencia de las artes para el conocimiento como elementos determinantes de la cultura y del desarrollo psicosocial del individuo. En ese sentido su propuesta subrayó la necesidad de que la educación artística se integre como una de las áreas curriculares esenciales de la educación, "como una estrategia de reacción ante un creciente tecnocentrismo de los currículos educativos" y con el propósito de "retomar el valor de las emociones, puesto que son ellas las que nos orientan hacia los demás y porque verdaderamente nos confieren humanidad". Lo dicho por los profesores, psicólogos, gestores culturales, educadores y otros académicos presentes en el congreso iberoamericano es una llamada de atención en torno a la cual sería necesario detenerse a reflexionar, pues tiene que ver no sólo con la inclusión de las artes en los programas escolares, sino con la revisión de los contenidos de los mismos. Tarea de por sí compleja pero que tiene que ver con el proyecto de nación que los mexicanos deseamos. Así, en las conclusiones de tal encuentro se puntualiza: "Es necesario que lo afectivo, lo emotivo, lo biográfico, lo subjetivo, adquieran de nuevo un lugar esencial en la cotidianidad de las aulas". Sin duda, la hegemonía de lo económico sobre las decisiones políticas ha permeado la educación, y de pronto pareciera que el propósito es formar personas que sólo funcionen para reproducir esquemas de generación de riqueza y no para sembrar y cultivar otros valores.
"Se constata una tendencia hacia el predominio de una escuela tecnicista modelada y enfocada intencionalmente por y para un discurso y una acción economicista, así como la persistencia de un modelo de enseñanza-aprendizaje pasivo sustentado en prácticas pedagógicas transmisivas y de recepción acrítica de la información". Tal afirmación resultado del congreso bien puede aplicarse a todos los países que estuvieron presentes y México, por supuesto, no es la excepción. Alguien me comentaba hace algunos días que los docentes al estar preocupados por la prueba Enlace se ocupan más de la cantidad de la información y tareas que dan a sus alumnos y han descuidado de forma especial la calidad de la misma y el afecto y compromiso que conlleva esta noble labor. Asunto que no es responsabilidad de los maestros, sino de un sistema que ha fijado parámetros erróneos de eficiencia que obedecen a la propia competencia del mercado y no a la necesidad de formación de nuestro país.
La educación artística -señalan los especialistas- debe adoptar como suyos algunos principios constructivistas que sitúan a los alumnos como protagonistas activos de su aprendizaje. En este mismo sentido, las prácticas de enseñanza-aprendizaje deben asumir los intereses, inquietudes, problemas y vivencias de los alumnos.
En Veracruz existen docentes muy preparados para llevar a cabo estas tareas. Maestros comprometidos con la educación artística, como una posibilidad de formar seres creativos, imaginativos, decididos a contribuir con su capacidad para que los niños y niñas tengan mayores herramientas para hacer frente a la situación que vivimos a partir de un humanismo que les permita ser solidarios y, de esta manera, empezar a bordar una utopía posible.
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