México, 23 de diciembre.- Durante el año que finaliza, se llevaron a cabo la restauración de importantes piezas del patrimonio de la nación, de las que sobresalieron las esculturas olmecas que fueron objeto de actos vandálicos el 11 de enero pasado.
Monumentos prehispánicos y coloniales, piezas vinculadas con la Independencia de México, pinturas murales y títeres, fueron algunos de los bienes atendidos por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
A través de sus cuadros de restauradores, esta institución logró devolver el esplendor a un sinnúmero de bienes muebles e inmuebles distribuidos en lo largo y ancho del territorio.
A mediados de febrero, tras casi un mes de labores, especialistas del INAH concluyeron el proceso de eliminación de manchas en 23 esculturas olmecas del Parque Museo La Venta, en Villahermosa, Tabasco, que fueron objeto de actos vandálicos el 11 de enero anterior.
La inmediata atención de un equipo de nueve restauradores permitió rebasar las expectativas, por lo que se logró el retiro total de la mezcla de aceite, sal y jugo de uva derramada sobre las piezas, cuya antiguedad se calcula entre los años 600 y 400 a.C.
A nivel arqueológico, el INAH culminó el trabajó de restauración del Templo de Quetzalcóatl, en la Zona de Teotihuacan, Estado de México.
La emblemática fachada de serpientes con el cuerpo cubierto de plumas y las grandes cabezas que decoran la alfarda, podrán ser admiradas por los visitantes en 2010. Los trabajos de intervención iniciados en 2003, para combatir los problemas de humedad, han permitido disminuir el deterioro del inmueble prehispánico hasta en 95 por ciento.
Asimismo, la "Pirámide de Pino Suárez" con la que se topan a diario cerca de 200 mil usuarios que transbordan en la estación con dicho nombre del Sistema de Transporte Colectivo, Metro, este año recobró su rostro original.
El adoratorio mexica dedicado a Ehécatl (deidad azteca del viento) fue objeto de una restauración integral durante varios meses y siguieron la técnica constructiva de los propios mexicas, quienes después de conformar el núcleo y revestirlo con lajas y piedras labradas lo aplanaban con una mezcla de arena y cal, de la que proviene el tono blanquizco que ahora presenta.
Una tarea más en la materia a destacar, en inmuebles coloniales, fue la realizada en el Fuerte de San Juan de Ulúa, en Veracruz, que recibió una inversión de 32 millones de pesos para una primera etapa de atención.
Gracias a estos trabajos iniciales se logró la re cimentación de la contraescarpa (área de los pozos internos de la fortaleza) y de las banquetas perimetrales de acceso al edificio principal.
Además, se rehabilitó uno de sus tres característicos garitones cónicos para darle mayor estabilidad a la estructura, así como se limpió el piso de la Plaza de Armas y se intervino el Muro de las Argollas y el Patio de San Fernando, al igual que el Baluarte de Guadalupe.
La remodelación del monumento histórico que data de 1535 continuará en 2010, con la reparación de azoteas, atención de humedades, cambios en la instalación eléctrica y adecuación de un nuevo núcleo de sanitarios.
En Michoacán, después de cuatro años de intensos trabajos especiales el Ex Convento de Santa María Magdalena de Cuitzeo, edificado 1550 por los agustinos, fue recuperado del deterioro al 100 por ciento, mediante la atención del daño causado por el paso del tiempo en su arquitectura y pintura mural.
Entre sus elementos arquitectónicos distintivos están la fachada del templo, estilo plateresco; el portal de peregrinos diseñado siguiendo a los autores de tratados renacentistas, y su colección de gárgolas de remembranzas medievales. Destaca también la recuperación de los jardines y el huerto.
Además, los ex conventos dominicos de Santo Domingo Yanhuitlán, San Pedro y San Pablo Teposcolula, así como San Juan Bautista Coixtlahuaca, en la región de la Mixteca Alta, Oaxaca, son objeto de labores de restauración, para contrarrestar los daños estructurales que sufrieron por un sismo registrado en 1999.
Más de 28 millones de pesos ha invertido el INAH en el rescate de estos inmuebles religiosos de los siglos XVI y XVII.
Tras año y medio de intervención, la superficie de 80 metros cuadrados que abarca "El canto y la música", uno de los tres frescos que el artista Rufino Tamayo pintó a lo largo de su carrera, recuperó su esplendor.
Pintado en 1933 para la Escuela Nacional de Música, en esta ciudad, el mural fue sometido a novedosas técnicas, que otorgan el tono y brillantez que caracterizan la obra del pintor oaxaqueño.
Por otra parte, piezas atribuidas a don Miguel Hidalgo y Costilla, como un relicario de plata dorada y una medalla con la imagen de la Virgen de Guadalupe, fechada en 1803, fueron también objeto de los especialistas del INAH.
A estas piezas históricas se les realizó un minucioso proceso de conservación, como parte de los festejos previos del Bicentenario de la Independencia de México.
En el Taller de Textiles de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) se llevaron a cabo las tareas para la recuperación de la Bandera del Batallón Matamoros de Morelia, que ondeó por primera vez el 12 de diciembre de 1847, al pie del Castillo de Chapultepec, durante la invasión estadunidense.
El trabajo de los especialistas permitió que del lábaro de 162 años de antiguedad, del que se tenían sólo trozos de seda, fuera recuperada en un alto porcentaje.
Finalmente, la tradición titiritera del país también recibió atención por parte de expertos del INAH: 317 títeres de la legendaria Compañía Rosete Aranda, algunos con 150 años de antiguedad, fueron restaurados tras siete meses efectivos de trabajo.
Procesos de lavado, zurcido y/o reposición de las pequeñas prendas, así como eliminación de adhesivos y repintes, devolvieron la vida a los delicados muñecos; muchos de ellos ahora cuentan con posibilidad de movimiento y están listos para volver a los escenarios. (Con información de Notimex/GCE)