El Universal
Martes 23 de febrero de 2010
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MADRID.— La edición más polémica de ARCO, la Feria Internacional de Arte Contemporáneo, cerró el domingo sus puertas con más ventas que el año pasado pero menos visitantes: unos 150 mil. Un buen resultado comercial para sus organizadores, pero una pésima edición según galeristas, coleccionistas, artistas y críticos quienes han denunciado la escasa presencia de galerías extranjeras de prestigio; la mínima participación de galerías latinoamericanas (ninguna mexicana); la baja calidad artística de Los Ángeles, que acudió como ciudad invitada y el excesivo espacio dedicado a recaudar dinero en lugar de a mostrar propuestas.
Manuel Borja-Villel, director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), ha sido uno de los más críticos con esta edición. El director de la pinacoteca madrileña denuncia que este año “lo que ha imperado no es el arte sino los aspectos mercantiles a corto plazo”, y se pregunta si lo importante “es vender cuantos más metros cuadrados sin importar qué; y que la feria se convierta en un espectáculo para atraer cuantos más visitantes mejor, sin preocuparse de qué se llevan”.
“Pierden el tren de AL”
Con respecto a la escasa presencia de galerías latinoamericanas, para Borja-Villel refleja que ARCO “ha perdido el tren en América Latina, donde hace unos años fue referencia, frente a Art Basel en Miami”.
También el escritor Peio H. Riaño ha criticado la feria y a sus dirigentes, como el presidente del Comité Ejecutivo de Ifema (organizadora de ARCO), Luis Eduardo Cortés, de quien ha dicho que se ha erigido “como la voz desatada de una oligarquía con más boca que cabeza, menos planes que necesidades y con una feria completamente desorientada”.
En opinión de Peio H. Riaño, hace unos años “ARCO sembró y regó el arte latinoamericano y Art Basel Miami se quedó con el fruto. Ahora dicen que se debe de volver a recuperar todo aquel contenido”, comenta.
Lo cierto es que desde la llegada hace cuatro años de Lourdes Fernández a la dirección de ARCO, en sustitución de Rosina Gómez Baeza, que llevaba 20 años al frente de la feria, la polémica ha sido siempre la protagonista. Pero en esta edición incluso dos meses antes de su apertura, cuando tanto Fernández como Cortés estuvieron a punto de romper relaciones con más de 100 galerías, entre ellas algunas de las más prestigiosas y muchas fundadoras de la feria. La causa: el autoritarismo de la dirección a la hora de elegir a los presentes.
En los cinco días que duró la feria acudieron menos galerías que el año pasado: 227 frente a 244 que, sin embargo, han ocupado más metros cuadrados. Y entre todas ellas no ha habido ninguna mexicana. Un hecho que ha llamado la atención de todos, ya que en 2005, un año antes de que dejara su cargo Gómez Baeza, la feria tuvo a México como país invitado, con 17 galerías.
“Se supone que el que México fuera país invitado iba a generar una fidelidad tanto a las galerías de nuestro país como a los artistas y no ha ocurrido así”, asegura en entrevista con KIOSCO, Isa Sanz, curadora mexicana de la galería La Caja Negra, presente en ARCO, con obra de, entre otros artistas, Jonathan Hernández. “Lo que refleja que algo no ha funcionado”.
Sanz también reconoce la responsabilidad de la dirección de la feria en la nula presencia mexicana, pero también en el coleccionista español, que en su opinión es muy “endogámico”. “La cultura española en el coleccionismo es muy local. Les cuesta comprar en galerías o a artistas que no conocen. No hay mucha curiosidad por las cosas de fuera”, dice.
Y por supuesto en la devaluación del dólar frente al euro, un factor que “no ha ayudado”. “Hoy por hoy a las galerías mexicanas les sale más barato ir a cualquier feria de EU, donde tienen una clientela más amplia”, asegura.