Carlos Monsiváis, hombre de izquierda, inicia su nueva vida desde el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición. Carlos Montemayor, hombre de izquierda, hace lo propio desde el Instituto Nacional de Cancerología. Ambos dieron la última batalla por dos meses. Carlos Monsiváis Aceves contra la fibrosis pulmonar. Carlos Montemayor Aceves contra el carcinoma gástrico.
Monsiváis, el crítico irónico, el ubicuo periodista, el único escritor que la gente reconocía en la calle, el gran difusor de la cultura, el gran cronista de la sociedad mexicana, el lúcido ensayista, pulcro e imaginativo de la realidad Latinoamericana, el cinéfilo, el poeta, el polemista, el luchador social, el gran coleccionista del arte popular, el amante de los gatos, el amigo confeso de María Félix y Juan Gabriel.
Montemayor, el maestro creativo y vital, el amigo de la ópera y refinado tenor, el incansable defensor de los derechos humanos, el poeta, el ensayista, el relator, el novelista, el impecable traductor de los poetas latinos, el polígrafo incansable, el investigador, el promotor de la tradición oral de las comunidades indígenas, el analista político, el humanista, el hombre del renacimiento contemporáneo.
Monsiváis, el estudiante de la UNAM, el alumno de la Facultad de Economía, el pupilo de la Facultad de Filosofía y Letras, el participante activo del movimiento estudiantil de 1968.
Montemayor, el estudiante de la UNAM, el alumno de la Facultad de Derecho, el pupilo en maestría de la Facultad de Filosofía y Letras, el participante activo de estudios orientales y hebreos en el Colegio de México.
Monsiváis y sus libros críticos: Las alusiones perdidas; aires de familia; los rituales del caos; escenas de pudor y liviandad; historias para temblar; entrada libre; de qué se ríe el licenciado; amor perdido; días de guardar; principios y potestades; características de la cultura nacional.
Montemayor y su poesía: las armas del viento; finisterra; abril y otros poemas; abril y otras estaciones; antología de la poesía griega; los poemas de Tsin Pau; los amores pastoriles; memoria de verano; cuentos gnósticos. Bien que tradujo los cármenes de Catulo y los Carmina Burana; la poesía de Virgilio y Safo.
Monsiváis, autobiografía y la biografía de Pedro Infante, Rosa Covarrubias, Annita Brenner, Carlos Pellicer, Leopoldo Méndez, Amado Nervo, Octavio Paz, Salvador Novo, Teresa Nava, José Chávez Morado, Luis García Guerrero, María Izquierdo, Celia Montalván, Julio Ruelas, Frida Kahlo.
Montemayor y la divulgación de las literaturas indígenas: Encuentros con Oaxaca; diccionario del náhuatl en el español de México; arte y trama en el cuento indígena; arte y plegaria en las lenguas indígenas de México; antología de literatura mexicana en lenguas indígenas; los tarahumaras, pueblo de estrellas y barrancas.
Monsiváis con Helioflores y el hombre de negro; con Antonio Saborit y el viajero lúgubre; con Francis Alys y el centro histórico de la Ciudad de México; con Julio Scherer y el parte de guerra II y los hechos y la historia; con Carlos Bonfil y a través del espejo.
Montemayor y sus impetuosas preocupaciones sociales y políticas: las llaves de Urgell; operativo en el trópico; la tormenta y otras historias; guerra en el paraíso; la violencia de Estado en México; las armas del alba; los informes secretos; mal de piedra; minas del retorno; la fuga; la guerrilla recurrente; Chiapas, la rebelión.
Monsiváis, articulista de prodigiosa memoria en El Universal (México en la Cultura), El Día (El Gallo Ilustrado), Revista ¡Siempre! (La Cultura en México), Excélsior (Sucesos para Todos), Proceso (Por mi Madre, Bohemios), Unomásuno y La Jornada.
Montemayor, articulista parralense de gran erudición en El Heraldo de México (Suplemento Literario) Plural (El Tiempo), Revista de la UNAM, Revista de la UAM (casa del Tiempo), Excélsior (Diorama de la Cultura), Revista de Bellas Artes, Unomásuno y La Jornada.
Monsiváis, amigo de Elena Poniatowska, Luis Prieto, Sergio Pitol, Cristina y José Emilio Pacheco, Fernando Benítez, Iván Restrepo, “Fisgón”, “Rius”, Chema Pérez Gay, Rolando Cordera, Jenaro Villamil, Rogelio Naranjo, Julio Scherer, Ricardo Pérez, Carlos Payán, Hugo Gutiérrez Vega, José Luis Ibáñez, Francisco Toledo, Vicente Rojo, Adolfo Castañón.
Montemayor, amigo de Elena Poniatowska, Alí Chumacero Lora, Juan Gelman, Marco Antonio Campos, Miguel León-Portilla, Jaime Labastida, Margo Glantz, Gonzalo Celorio, Miguel Ángel Granados Chapa, Julieta Fierro, Adolfo Castañón, Ignacio Solares, Víctor Hugo Rascón Banda, Mardonio Carballo, Vicente Quirarte, Bernardo Ruiz, Jorge Volpi, Pablo Espinosa, Antonio Bravo, Tito Maniacco,
Monsiváis, amante de la lucha libre, fotografía, danzones, boleros, reinas de la belleza, ídolos populares, criminales enrejados, caricaturas, cómics. Descartó escribir de toros, “un espectáculo de barbarie al que llaman arte” y de futbol, porque “si Juan Villoro ha dicho que Dios es una pelota, yo soy ateo”.
Montemayor, amante del bel canto, primero barítono, luego tenor lírico y al final de su vida, tenor dramático, en momentos abaritonado, cuya discografía incluye el último romántico; canciones italianas y napolitanas; canciones de María Grever; zarzuelas y cantos de España; concierto mexicano.
Monsiváis decía: “No fue un encuentro, ni un simposio. Fue un encontronazo de sangres azteca, zapoteca, chichimeca y tarumeca con las etnias españolas, trágica situación donde se creó un país nuevo. Hoy la sociedad mexicana, junto con la española, están profundamente americanizadas y en pleno afán de exterminio de las expresiones culturales, actitud que asombra…”
Montemayor decía: “México vive un estallido constante, en el que la pobreza, la inestabilidad, el desempleo, la desnutrición, el crimen organizado están armando un país indeseable para todos. Para el 2010 empeorarán las cosas. Las fuerzas criminales jamás harán alianza con grupos de lucha social: son objetivos distintos, organizaciones diferentes, dinámicas totalmente divergentes”.
Monsiváis apreció la irreverencia, belleza, flexibilidad y destreza de los gatos, convencido de que no había dos iguales, bautizándolos una vez que desentrañaba la psicología de cada uno en su casa de la colonia Portales: Miss Oginia, Miss Antropía, Mito Genial, Fetiche de Peluche, Fray Gartolomé de las Bardas, Miau Tse-tung, Ansia de Militancia y Chocorrol.
Montemayor disfrutaba el whisky como James Joyce lo hacía en Dublín, Irlanda, mientras se apasionaba con la música de Ventura Romero, “El Madrigal”, empezando con un murmullo a labios cerrados, que asciende luego al sotto voce, que luego sube al mezzo voce, que llega hasta el agudo pleno, el do de pecho, terminando de pie, garganta y corazón abierto y con lágrimas de emoción.
México no sólo pierde a dos conciencias políticas insobornables, reacias a la lisonja y el reconocimiento, dos escritores irrepetibles, sino nos dejan a los ciudadanos más solos. Con ellos, las hojas del árbol de esa generación empiezan a caer. Y ellos eran dos grandes hojas. Sus amigos, sus lectores y su pueblo mantendremos viva su memoria. Gracias Carlos Monsiváis. Gracias Carlos Montemayor. Gracias por la generosidad de sus ideas. Se les echará de menos.