Poco convencida en un principio de cómo satisfacer su deseo de cantar, no fue hasta que tuvo 14 años cuando Emma conoció a una profesora que pudo ayudarla a hacer realidad sus sueños. «Era una anciana pequeñita, de unos 70 años, y en su día había sido una gran
Su deseo de cantar no desapareció y pronto habría de resurgir de una manera radicalmente diferente cuando entró a formar parte de un grupo de heavy metal. «Algunos compañeros de clase estaban formando un grupo de rock y estaban buscando realmente un cantante masculino», recuerda Emma. «Querían alguien que pudiera gritar, así que les dije que yo podría hacerlo». Su oferta fue aceptada y durante los dos próximos años abandonó las escalas y los ejercicios operísticos y fumó dos paquetes de cigarrillos al día para que su voz se volviera más áspera y adecuada para el rock.
Sin embargo, aunque disfrutaba con los gritos, empezó a añorar la música de la ópera. Un día un amigo de su madre llevó a la joven cantante de rock a una representación de Don Giovanni de Mozart en un teatro de ópera de París. Era la primera vez que veía una ópera sobre un escenario y quedó maravillada. «Pensé que después de oír algo tan hermoso tenía que morirme», recuerda. «Teníamos entradas de anfiteatro y recuerdo que quisé saltar y volar».
Emma empezó otra vez a buscar un profesor y decidió matricularse en una escuela de música. Sin embargo, pensó que el estilo de enseñanza era frío y formal y pronto emprendió viaje con una amiga a Nueva York. «Mientras estuve allí canté algo de rhythm & blues, que en cierto sentido tiene una fuerza semejante a la ópera. Es muy primitivo y ha contribuido mucho al modo en que me acerco al canto en la actualidad», dice.
Un encuentro casual en una fiesta con el compositor y estrella del pop francés Jean-Patrick Capdvielle le dio su oportunidad. Ya se conocían de antes pero, con una audacia de la que ella sigue asombrándose, le pidió que escribiera un álbum para ella: «Pero yo no soy Verdi», le dijo él. «Y yo no soy una verdadera cantante de ópera, así que deberíamos hacer algo juntos», contestó ella.
Su audacia claramente dejó huella en él porque, una semana más tarde, la llamó por teléfono y empezaron a trabajar juntos. «Llegó ese momento perfecto en el que era del todo evidente que la cosa iba a funcionar», dice Emma. Lo cierto es que funcionó tan bien que el álbum resultante, Carmine Meo, publicado en 1997, ha vendido ya más de dos millones de copias. El álbum se encaramó a lo más alto de las listas de discos francesas, vendiendo 100.000 copias en sus primeros tres meses y haciendo que Emma consiguiera el primero de sus numerosos discos de oro.
El éxito llegaría poco después en el mercado internacional, ya que Carmine Meo ascendió a lo más alto de las listas en todo el mundo, a menudo rebasando a álbumes de artistas como Céline Dion y Madonna.
Pero, mientras que la mayor parte de la música para Carmine Meo fue escrita por Capdvielle, Emma estaba decidida a escribir su propio material para su segundo álbum. Firmó con un nuevo sello, Ark 21, y empezó a buscar un nuevo colaborador musical. Miles Copeland, el director de la nueva compañía, le recomendó a Graeme Revell, un compositor cuya obra había aparecido en la banda sonora de la película El planeta rojo. Demostró ser una decisión perfecta. «En su música encontré un eco de lo que yo estaba buscando», afirma Emma.
También tomó la sorprendente decisión de escribir y cantar las canciones en italiano, un idioma que no elige para hablar. Y, lo que es incluso más llamativo, optó no por el idioma tal y como se habla hoy, sino por el italiano antiguo y poético del siglo XIV de escritores como Dante y Boccaccio. «Quería algo que tuviera un carácter intemporal, onírico», explica. «Cantar en un idioma cotidiano habría roto el hechizo. Quería que el disco siguiera siendo como un sueño».
Si es un sueño, entonces éste está ahora haciéndose realidad para Emma Shapplin. «ETTERNA» es un álbum bendecido con una belleza extraña e íntimamente perfumada que parece llamado a superar incluso el éxito de Carmine Meo. Si su primer álbum se caracterizaba por los elementos de la tierra y el fuego, dice, «ETTERNA» es más aire y agua. Sus texturas son suaves y dulces, delicadas e incluso frágiles. Pero al mismo tiempo son también sombrías y lujosas, como una fuerte fragancia o un terciopelo arrugado. «Todo es una cuestión de equilibrio», dice.
«ETTERNA» es un álbum de un perfecto equilibrio y una elegancia natural. Un álbum especial de un lugar muy especial. El álbum de los sueños de Emma Shapplin.
Editado por CORAZONRENOVADO el 11 Abr 2009,
http://www.emma-shapplin.eu/